Las personas tienen cualidades como son la bondad, la nobleza, la
generosidad, la compasión, la agresividad, el miedo, el egoísmo, la
competitividad, etc. Estas cualidades, muchas veces antitéticas, son la
piedra esencial de los valores/antivalores -una propiedad objetiva de
una persona- con la que podemos conceptualizar el bien y el mal, el lado
claro y el lado oscuro de la fuerza, lo correcto y lo incorrecto.
Es
a través de la ética o la moral donde se describen y jerarquizan estos
valores absolutos y sus opuestos, realizándose tanto en las personas
como en la historia de forma dinámica y progresiva, proyectándose de
forma diferente en cada momento, con mayor o menor pluralidad/diversidad. Y es en esta diversidad donde surge la sensación de pérdida
de los valores, aunque discrepo de que sea un hecho anti-evolutivo si
nos atenemos a medibles u observables.
El hecho de que se
perciben de forma diferente en cada momento, condicionando las
decisiones individuales, lo podemos ver a través de un par de ejemplos:
- Si hacemos una encuesta alrededor de nosotros para evaluar si la “pena de muerte” es digna o indigna, en la actualidad la consideraríamos indigna mayoritariamente. Pero sorprendentemente, esta ha desaparecido totalmente de la legislación española en 1995. Y no diríamos que nuestros abuelos no tenían valores por aplicarla de forma regular en la sociedad en que vivieron, sería un anacronismo.
- Si hacemos una encuesta alrededor sobre las acciones de ETA para evaluar si la “lucha armada” es una vía justificable para la consecución de modelos éticos ó ideológicos, en la actualidad la totalidad de la sociedad española está en contra y la condena. Pero sorprendentemente, esta fue apoyada -inclusive por países europeos de nuestro entorno- en los años del romanticismo de la lucha de guerrillas, del Che Guevara, frente a otros continentes donde prevaleció la vía de Gandhi y la desobediencia civil.
En
la realización de los valores hay una responsabilidad individual, pero
también colectiva, y es en la interacción entre los individuos dentro de
la sociedad actual -la pluralidad de jerarquizaciones de los valores,
los diferentes significados del bien y el mal, lo bueno y lo malo, las
dos columnas del templo de salomón confrontadas- donde surgen las
dificultades del avance de la ética, de los valores, de los nuevos
derechos de tercera generación.
La construcción social de los
valores a partir de los ladrillos de las cosmovisiones individuales,
vistos los valores de cada persona como las esencias aromáticas que
conforman el motor del progreso conjunto, al intentar ordenarlos
jerárquicamente y positivarlos en los comportamientos colectivos, dan
origen a la complejidad.
Los valores son una historia de un
conflicto en su prelación, en su ordenación, en su relación… en el fondo
es el conflicto de las sociedades modernas que desconocen hacia donde
poner el rumbo viviendo en un espacio desconocido hasta el presente de
tecnología, riqueza y bienestar. Tan sólo nos queda el camino del diálogo y el debate como el que tenemos entre nosotros, con “respeto” y “tolerancia”.
Me
alegra que el valor del “derecho a la vida” se pudiera ceder hace años
por la religión o por la patria, un valor espiritual situado por encima
de la vida misma conduce a que erijamos estatuas a los héroes nacionales
o los mártires. Sin embargo, el concepto “humanidad” va ganando peso en
la historia, y la urgencia de no lesionar la vida es mayor que la
protección de los valores espirituales, de esta forma conceptos como
“guerra santa” ya son controvertidos o imposibles de defender en
nuestras sociedades modernas.
Re-elaborar una jerarquía de
valores, el diálogo entre los valores sociales (“la igualdad”) frente a
los valores económicos (“la libertad”), es uno de los debates abiertos
en la actualidad. Los individuos con sus éticas singulares haciendo una
construcción colectiva de una ética común para decidir hacia donde
tomamos el rumbo del Planeta que queremos dejar a nuestros hijos e hijas
(valores de cuidado o “la fraternidad”).
El reto está presente, por ejemplo, en la
diversidad de posiciones/planteamientos que observamos en el Parlamento
de España a la hora de decidir nuestro futuro. Estamos continuando una
tradición cultural que nos ha conducido al mayor nivel de bienestar
social y colectivo de todas las épocas: la alta esperanza de vida, los
recursos económicos disponibles por persona, el número de hijos por
mujer, el tiempo libre, la formación, etc…
Por ello, es posible ahora
una nueva crisis ética ó de los valores de tercera generación, que bienvenida
sea, si es la antesala para decidir el rumbo/objetivo de la expedición
que realiza la humanidad a través del Universo, tenemos que alcanzar un
nuevo puerto. Este nuevo puerto es la continuación en la ampliación del
conocimiento, la contemplación, la conservación del Planeta, en fin, la
construcción de la sociedad que soñó Salomón, una sociedad de
Arquitectos del Templo.
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